Friday, July 9, 2010

DIA 18. Estados de ánimo


La llegada a Blantyre fue un poco caótica. Al ser éste el centro económico de Malawi aquí se mueve bastante dinero y me costó bastante encontrar una habitación por un precio asequible. El hotel al que fui estaba ocupado por unos voluntarios americanos y como ya me quedaban pocos recursos económicos decidí andar en vez de coger un taxi o un autobús. Cuando algo puede salir mal, saldrá mal: no encuentras sitio para dormir, no conoces la ciudad, el peso del equipaje te puede, crees que la gente te mira como a un extraño (bueno, de hecho lo soy…), empiezas a pasar calor, todo parece ir en contra tuya… hasta que todo se soluciona. Entras en un restaurante barato para picar algo y descansar un minuto y resulta que el restaurante es también un albergue donde hay dormitorios comunes por tres euros la noche. Así que ahora mismo estoy en uno de esos dormitorios. El lugar lo regentan, como no podía ser de otra manera, unos indios (los indios y los chinos, la revolución silenciosa). Es una habitación donde hay 6 camas. Aquí dormimos, aparte de un servidor, dos voluntarios de los Peace Corps de los EEUU, un mochilero que se está recorriendo Sudáfrica de este a oeste, y un misterioso, taciturno y educado asiático. Hablando con este tipo de gente es cuando te das cuenta de la soltura con la que se mueve algunos por el mundo. Lo que para mi es una novedad y la escribo en un blog como algo auténtico y único, para ellos es el pan de cada día desde que abandonaron el hogar a los 18 años.

Así que tras la vuelta de reconocimiento de ayer tenía mi plan marcado para hoy: “No voy a tener piedad conmigo mismo. Las agujetas me pueden. La vergüenza me puede. La pereza me puede. Pero, una vez que sale la primera entrevista, el resto suele venir de corrido”. Así que salí cargado de energía a las siete de la mañana a recorrerme la ciudad.

En tres semanas que llevo aquí, sólo una persona me ha dicho que no quería ser entrevistada. Hoy, en unos minutos me lo han dicho cerca de diez. Empezamos mal. No conseguía cogerle el punto a la ciudad, era demasiado comercial, demasiado urbana, demasiado europea. Estaba fuera de juego. Pero no desesperé, quedaban aún muchas horas de luz y pocos días de trabajo. Tenía que rendir, tenia que trabajar, seguir intentándolo…

Lo mejor que te puede pasar en estos casos es que se te arrime un lugareño. Te va a contar cosas, te va a traducir, te va a presentar a la gente… Normalmente acabará pidiéndote algo, pero el tiempo que va a emplear contiguo lo merece. Así que en cuanto el primero de los mercaderes empezó a seguirme olvidando por completo su tienda y sus quehaceres no dudé en mantenerlo a mi lado hasta que hice unas cuantas entrevistas. Porque con él salieron muchas entrevistas… Uno, otro, otra… Desde chicas de mi edad que vendían ropa y cosméticos, a madres que sostenían a sus familias vendiendo plátanos durante semanas haciendo noche en el mismo suelo del mercado, pasando por una exótica entrevista en un hotel de lujo con unos vendedores de seguros (aunque he de admitir que en este caso no sé cual de las dos partes era la más interesada, pues también ellos querían ofrecerme algo).

¿Y cómo sale una entrevista?

A veces salen solas, a veces las buscas, a veces son fruto de la casualidad, otras de la causalidad. Lo importante es estar siempre atento, estar dispuesto, no dejar escapar la oportunidad nunca. No dudar. Si ves la más mínima posibilidad de que alguien te puede dar un material incesante: atento; pégate a él; habla de tu proyecto, quizás no directamente, pero sí antes de que se vaya. Prueba distintas técnicas; mira cuál funciona mejor; explótala. Cada ciudad tienes sus reglas. Cada pueblo tiene unos ritos. Conócelos. Adáptate. Convive (Con-vive). Habla como ellos. Practica su lengua. Lee el periódico. Conoce sus quehaceres, sus affaires. Y entonces, una entrevista es lo último de lo que te vas a preocupar, porque se habrá creado una relación entre tú y el lugar, entre tú y ellos, lo suficientemente relevante como para que te empiece a importar, como para que en cierto modo tú le empieces a importar de algún modo a ellos. Y que te salga una entrevista una vez creado ese vínculo es lo menos que va a ocurrir. ¿Lo que más? Una charla agradable, un rato de conversación sincera, o quizá, quien sabe, incluso una amistad transoceánica.

Si no sale así, me digo a mi mismo, algo va mal. No es el producto que quiero.

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